понедельник, 26 октября 2009 г.

Rescoldos del sexcritorio. (1) Sátira obscena y malhablada de Maldito Catorce

Cuento lo de San Jorge como creo recordar que fue

"Le voy a meter esto por el culo al dragón", pensaba; y trota que te trota con un solo caballo y empuñando una rosa amarilla se dirigía Jorge en su sano juicio mas de capa caida, aun no tan santo, hacia la cueva donde la hija del rey hijo de puta de turno estaba a poco de ser comida por un dragón hambriento y de malos modales, nada que ver con los dragones amables de las cosmopistas, un dragón viejo y sabio como el demonio, todo un ejemplar de Señor Dragón de las oscuridades.

Al llegar penetró en la oscuridad, como me gustaría estar haciéndote ahora, caminando hacia una luz naranja, roja y amarilla que, el tal Jorge, suponía debía ser el hálito del dragón, dragón halitoso y maloliente, por cierto, y apartándose los típicos murciélagos panvocálicos y terroríficos de cada cueva en cada historia de terror con la mano, llegó ante la figura rugiente del Animal fabuloso al que se atribuye forma de serpiente muy corpulenta, con pies y alas, y de extraña fiereza y voracidad, rae dixit...

Desenfundó, como un vaquero perdido en la edad antigua, su rosa amarilla y apuntó al dragón.

-¿Alguna vez te han sodomizado con una rosa, dragón?-je, pensó jorge.
-Me parece un atrevimiento- dijo el dragón- que vengas aquí el día de la boda de mi hija, cof cof, día que nos íbamos a comer como plato especial a la hija del rey de los cojones, que dicho sea de paso no te va a aflojar un chavo en caso de que consigas derrotarme, y ni siquiera tengas la desfachatez de preguntarme mi nombre.
-No necesito saber tu nombre...-el dragón le interrumpió.
-Desmondo Lirondo, Dragón de dragones, rey de esta cueva y de todo lo que viera tu ojo durante el camino que hayas recorrido para llegar a ella.
-No me camelan (era muy flamenco, Jorgito) tus tretas de dragón parlanchín, te meteré mi rosa por el culo y morirás como un Rilke hecho de escamas- este chiste tan poco logrado no le hizo gracia ni a él.
-¡Entonces muere!- se lanzó hacia San Jorge (ya se le iba oliendo la santidad), que lo esquivó con una agilidad de flaco en autobús tipo lata de sardina y al tenerlo de espaldas le metió la rosa hasta donde el alma gana su nombre.
-Muero-dijo el dragón.
Y murió. Y el tipo se folló a la princesa antes de devolverla a su padre que habría de casarla con un memo infértil y polliflojo, y como bien dijo el dragón no le dió ni un puto euro y ni las gracias.
San Jorge salió de allí relajado y oliendo a sexo y así cabalgó sobre su caballo toda la eternidad.

Desde entonces, niños, niñas, hay una tradición popular que se basa en que si ves un dragón a punto de comerse a una princesa en el día de san jordi y tienes una rosa amarilla a mano se la metas por el culo, porque si no se va a comer a la princesa y no te van a hacer santo y casi con toda seguridad ese día no follarás.

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